¿Qué sentido tiene hoy para nosotros el ayuno? ¿Se puede presentar todavía como valor a una sociedad que invita insistentemente a la satisfacción y la comodidad?.


“Como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vienen y le dicen: “¿Por qué mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?”. Jesús les dijo: “¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día”. (Mc. 2, 18-20)


De este modo Jesús no reniega de la práctica del ayuno, sino que la renueva en sus formas, tiempos y contenidos. El ayuno se ha convertido en una práctica ambigua. En la antigüedad no se conocía más que el ayuno religioso; hoy existe el ayuno político y social (¡huelgas de hambre!), un ayuno saludable o ideológico (vegetarianos), un ayuno patológico (anorexia), un ayuno estético (para mantener la línea). Existe sobre todo un ayuno impuesto por la necesidad: el de los millones de seres humanos que carecen de lo mínimo indispensable y mueren de hambre. Por sí mismos, estos ayunos nada tienen que ver con razones religiosas y ascéticas. En el ayuno estético incluso a veces (no siempre) se «mortifica» el vicio de la gula sólo por obedecer a otro vicio capital, el de la soberbia o de la vanidad.El que nosotros seamos invitados a ayunar (sobre todo en tiempo de Cuaresma) no tiene la intención de un castigo, de una automortificación disciplinar o de desprecio del cuerpo.


a) Ayunando queremos significar expresivamente que los valores materiales no son absolutos. La sociedad de hoy nos enseña continuamente a absolutizar los bienes que halagan a los sentidos, a buscarlos insistentemente. El ayuno quiere ser una voz profética introducida en nuestra vida para recordarnos que todo es bueno pero relativo. Que lo único absoluto es Dios.


b) El ayuno nos hace más libres. Privarnos voluntariamente de algo que apetece a nuestros sentidos es hacer una opción personal en contra de la fuerza consumista que la sociedad de hoy nos está imponiendo. Es una educación de nuestra libertad interior, al saber decir “no”. El hombre es él mismo sólo cuando logra decirse así mismo: no. No es la renuncia por la renuncia: sino para el mejor y más equilibrado desarrollo de sí mismo, para vivir mejor los valores superiores, para el dominio de sí mismo.


c) Es útil incluso para la salud de nuestro cuerpo. El sentido espiritual del ayuno es el más importante. Pero también tiene connotaciones que afecta al mismo cuerpo humano, y que son apreciadas incluso desde el punto de vista sanitario y psicológico. El desequilibrio orgánico (el exceso de comida y bebida) provoca también un desequilibro espiritual en el hombre. Mientras que una sana privación de excesos favorece la libertad interior y el mejor dominio de sí mismo.


d) El ayuno nos abre a los demás. Lo que ahorramos ayunando, podemos destinarlo a ayudar a las necesidades de los demás. El ayuno en el programa de la Cuaresma va unido a la caridad. Ayunar para los demás, nos enseña a sentir en nosotros mismos la debilidad de los que se ven obligados a ayunar por necesidad, y no sólo durante Cuaresma, sino todo el año. Nos hace experimentar lo que puede ser el hambre. Nos “enseña misericordia”. Nos convierte en más transparente y disponibles para los demás, menos llenos de nosotros. El ayuno con todo lo que lleva de una relativa negación de sí mismo, nos va educando a corregir todo egoísmo y autosuficiencia, y a abrirnos más a Dios y al prójimo.


e) Pero sobre todo el ayuno cuaresmal es el signo sacramental de nuestra entrada en la Vida de Pascua. En el camino cuaresmal nuestro ayuno tiene un sentido más profundo que el meramente psicológico-personal y el de la apertura fraterna. Se convierte en sacramento de nuestra comunión con el Cristo Pascual. El misterio que celebramos es Muerte y resurrección. Por eso nuestra sintonía con él es también muerte, renuncia, ayuno, sacrificio y resurrección aceptación de la nueva vida.


El ayuno se convierte en signo exterior de nuestra conversión, símbolo de nuestra lucha contra el mal y el pecado, de nuestra aceptación a incorporarnos a la Cruz de Cristo y a su Vida pascual.Mientras estamos en el tiempo de Cuaresma, no podemos dejar de tener en cuenta el actual contexto en el que se agitan amenazadoras tentaciones. Es necesario por parte de todos, una consciente toma de responsabilidad y un esfuerzo común para evitarlas.


Por este motivo, entremos en oración y ayuno para implorar a Dios la conversión del corazón, en el que se arraiga toda forma de mal y todo impulso hacia el pecado; además tras las últimas manifestaciones de violencia, tenemos que orar y ayunar por la pacífica convivencia entre los pueblos y las naciones.Confiemos estos auspicios a la intercesión de la Virgen María, Madre contemplativa.


Que nos lleve de la mano y nos acompañe através de un verdadero camino de oración y ayuno, hacia la Pascua para contemplar al Señor Resucitado.¡Deseo a todos una fructífera Cuaresma y feliz pascua en el Señor!


Autor: Padre IGNACIO MADARIAGA

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